Durante el tercer trimestre del año se ha acentuado la desaceleración del crecimiento económico, a excepción de EEUU. Nadie cuestiona que, salvo España, para el resto de países de la Eurozona el crecimiento en 2018 va a ser menor que el inicialmente previsto en el primer trimestre de este año. Alemania quizás sea uno de los países con un mayor retroceso debido a su marcado carácter exportador, viéndose afectado por las tensiones comerciales generadas por EEUU y la debilidad en los datos económicos presentados por China, cuya economía transita hacia crecimientos del 6-6.5%. Como es razonable con los datos que tenemos, no es lógico plantearse que estemos en la antesala de una recesión económica en este momento, dado que el crecimiento mundial sigue anclado por encima del 3.5% para los próximos 18 meses, tomando como válidas las proyecciones del Banco de España.
En relación a los datos de inflación, incluso con variaciones interanuales positivas del precio del petróleo (Brent) superiores al 30%, en Europa los datos nos indican que el objetivo del BCE del 2% no se ve amenazado, siendo un hándicap para aquellos agentes que promulgan la necesidad de subir los tipos de interés en este momento. Me da la sensación que el BCE o cambia sus referencias para subir los tipos o no tendrá una justificación para situarlos en un nivel similar a anteriores ciclos económicos.
Uno de los nuevos elementos de riesgo para los próximos meses es la normalización de la política monetaria en Europa. El BCE ya ha comunicado que, a final de este año, terminará su programa de expansión monetaria tras inyectar más de 2.6 billones de euros. La reducción del ritmo de expansión monetaria no es sólo un problema en Europa. Si la media mensual durante el año 2017 de compras agregada por parte de FED, BCE, BoE y BoJ fue de $157bn, durante este último trimestre del año será apenas de $35bn entre los cuatro Bancos Centrales, entrando en terreno negativo el año que viene, lo que podrían ser muy malas noticias para los activos de riesgo, subvencionados al existir un comprador marginal en el mercado en los últimos 10 años. La transición va a traer un nuevo marco de volatilidad superior al actual, de ahí que sea clave la fortaleza de los beneficios o el potencial margen de mejora en márgenes para garantizar la sostenibilidad de los niveles actuales de bolsa.
Como era de esperar en términos relativos el fondo ha recuperado terreno, concretamente más de 8.5 puntos frente al mercado cerrando el mes de octubre hasta la fecha con una subida superior al 1%.