2022 será recordado como el año dónde la inflación apareció y un crecimiento más lento nos ha llevado a la estanflación por vez primera desde los años 70, junto a unos Bancos Centrales que han despegado toda su vertiente más dura.
El sentimiento de fuerte aversión al riesgo predominante a lo largo del año ha derivado en importantes pérdidas en la mayoría de los activos financieros cotizados. Especialmente relevantes las caídas en renta fija. En cuanto al mercado de renta variable, los principales índices bursátiles han descrito una clara tendencia bajista, con varios intensos rebotes, el último el iniciado en octubre, pero que ha perdido mucha intensidad en las últimas semanas.
En el mes de diciembre varios focos han vuelto a poner en jaque a los mercados: por una parte, un BCE con un tono especialmente restrictivo y, por otra parte, las noticias positivas que hemos conocido de China sobre la eliminación de restricciones Covid, elevando las dudas sobre la relajación de las presiones inflacionistas. Ambos factores han presionado fuertemente al alza las curvas de tipos de interés, llevando al bono español a 10 años de nuevo a máximos de TIR, cotizando por encima del 3,5%. Asimismo, la renta fija privada también se ha visto perjudicada en este mismo sentido. Por último, la renta variable también se ha visto afectada negativamente, con especial relevancia de aquellos sectores más negativamente correlacionados con esta nueva subida de tipos de interés, como es el sector tecnológico, por lo que las pérdidas han sido más abultadas en el S&P 500, frente al selectivo europeo.
A lo largo de esta última parte del año, la cartera de renta fija ha conseguido ya aportar de forma positiva, destacando especialmente la recuperación del sector de consumo discrecional y servicios de comunicaciones. Hemos subido ligeramente la duración de la cartera en el entorno de 2,2 años, destacando las tires brutas de cartera del fondo por encima de 3,7%.
En cuanto a la cartera de renta variable, a lo largo del trimestre destaca la aportación positiva de JP Morgan, Siemens, Cigna, Cisco y Oracle. Asimismo, nos han vencido las opciones sobre el S&P500 siendo una de las partes que más estabilidad nos ha aportado a la cartera.
De cara al próximo trimestre, continuamos con una estrategia con un perfil de corte más defensivo, centrado en nuestra apuesta por compañías con alto dividendo consistente en el tiempo pero con un perfil de calidad elevado, también sectores de perfil defensivo como sanidad, consumo estable y también utilities y por último toda la reapertura de China, nos hace ver grandes oportunidades en el sector de lujo. En cuanto a la cartera de renta fija, seguiremos con duraciones en el entorno de 2,5 años.
Todo parece indicar que el 2023 será el año en el que la economía se encaminará hacia una recesión suave, mientras las condiciones monetarias gradualmente dejarán de ser tan restrictivas. Las estimaciones de consenso para el crecimiento del PIB global para el próximo año que se sitúan en el 2,1%, siendo el crecimiento global esperado más bajo desde 1993 (ex pandemia y la gran crisis financiera), y muy lejos de la tendencia de crecimiento a largo plazo que suele estar en el entorno de un 3,5%. La inflación habría hecho pico en el cuarto trimestre de 2022 y continuará su tendencia decreciente durante 2023 a medida que las políticas monetarias de los Bancos Centrales se vayan relajando. Por ello, esperamos ralentización del consumo privado en las principales economías desarrolladas y los primeros brotes verdes en mercados emergentes como China. Del mismo modo sostenemos que la fuerte subida en los tipos reales, junto con el deterioro económico tendrá como resultado una contracción de los beneficios empresariales. Con todo, vemos unos mercados donde la volatilidad seguirá estando presente y donde la diversificación junto con una gestión activa será clave para saber navegarlos.